No es sólo una cuestión de bolsillo


Vamos por más, dice Cristina. Convoca y hay que ser valientes para responder con imaginación y osadía, con las propuestas de innovación en todos los órdenes, que son la sangre que debe circular para que una construcción hegemónica no se esclerotice.

Más de la mitad de los ciudadanos dieron su voto aprobatorio a la continuidad de la política que comenzó Néstor Kirchner y hoy encabeza Cristina Fernández. Una parte de quienes votaron otras opciones tiene, sin embargo, la mirada puesta en la presidenta esperando que sostenga las condiciones económicas que les están favoreciendo, aunque les cause rechazo la política y la estética kirchneristas.

Cristina une las esperanzas, las demandas, los reclamos; se depositan en ella proyectos, deseos, temores. Es importante entender que su hegemonía –en el más puro sentido gramsciano– se constituye combinando la aceptación por parte de sujetos sociales y políticos diversos. Muchos y distintos son los sectores que apoyan, admiran, aprueban y aportan al liderazgo de la presidenta. Enumerarlos es fácil: desde los más postergados, aquellos que asomaron a la superficie mediante la Asignación Universal por Hijo y embarazadas, los planes sociales; el laburo en la obra que ahora se siguió construyendo, en la panadería que tomó un cadete, en el taxi que, aunque al escucha de Radio 10 le cueste reconocerlo, ahora sí da para vivir, el profesional que terminó de pagar el auto usado y lo cambió por un 0 km, el arrendatario que ganó el triple, el ingeniero agrónomo que no da abasto con las ofertas de trabajo, el maestro que gana un sueldo digno, el jubilado que ve un aumento automático de su ingreso cada seis meses, cosa que le cuesta creer. Es decir en el concepto político de Argentina trabaja, y así de seguido.