El
homenaje que quiero hacer hoy tiene que ver con que el pasado lunes
24 de Septiembre se cumplió el cuarto aniversario de la desaparición
física del querido compañero Enrique Igor Peczak, el “Gringo”
Peczak.
Enrique
Peczak nació en 1948 en Los Helechos, el mismo lugar donde falleció
sesenta años después. Fue fundador junto a su hermano Pedro del
Movimiento Agrario Misionero, al que se incorporaron en la década
del 70 cientos de agricultores, entre ellos decenas por los que aún
se exige verdad y justicia.
Precisamente
su fuerte e inclaudicable compromiso con las luchas agrarias en
Misiones fue la razón de sus 7 años de encierro. Lo secuestraron el
15 de octubre de 1976. Y al recuperar su libertad en diciembre de
1983 regresó de inmediato a Misiones, a su pueblo natal, a Los
Helechos, desde donde encabezó el proceso de recuperación del
desarticulado Movimiento Agrario Misionero.
Fue
también dirigente de la Federación Agraria Argentina, presidente
regional del Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria y durante
un par de meses presidente del Centro de Investigación y Desarrollo
Tecnológico para la Pequeña Agricultura Familiar, dependiente de la
Secretaría de Agricultura de la Nación.
Todos lo
recuerdan como un gran dirigente agrario y un infatigable defensor de
los derechos humanos, pero a Enrique también lo tenemos que recordar
como un dirigente político intachable que supo militar en el Partido
Auténtico en los 70 junto al recordado Juan Figueredo, docente,
estudiante de Letras y Diputado Provincial desaparecido también por
la dictadura militar como su hermano Pedro Orestes Peczak.
Además
Enrique fue un histórico dirigente de mi Partido, el Frente Grande,
del cual él fuera Convencional Provincial y miembro de la Mesa
Directiva Provincial durante muchos años, y también fue uno de los
que lo acompañó al Ing. Carlos Rovira a la hora de sumarse allá por el
2006 en instancias de las elecciones de Convencionales
Constituyentes.
Hace
cuatro años que ya no está entre nosotros; en oportunidad de su
sepelio otro de los históricos compañeros de militancia política
de Enrique, nuestro querido "Pilaco" Saucedo, remarcó que
"muchos de los compañeros que hoy están en un lugar de
privilegio en la función pública deberían tomar su ejemplo para
cumplir con el compromiso que asumieron ante la sociedad".
Enrique
era una persona muy familiera que sintetizaba virtudes; la
generosidad de su alma, la cordialidad de sus gestos, su tímida
simpatía, una profunda inteligencia y sobretodo la transparencia de
su mirada mucho más clara que sus ojos claros. Así eran también de
claros sus ideales de justicia y solidaridad.
El
“Gringo” Peczak recordaba que cuando lo encarcelaron le decían
que su delito era hacer pensar a la gente y que seguro que si salía
lo iba a volver a hacer. Y Él les decía que claro, que eso estaba
bien y que no veía ningún delito en eso. Y ahí nomás lo volvían
a garrotear. No supo cuantos Consejos de Guerra le hicieron en todo
ese tiempo. Pero ahí estaba, siempre pensando lo mismo. Y se fue
hace ya cuatro años pensando lo mismo. Viviendo como pensaba…
Para
terminar quiero hacer mías estas palabras de
Mariquita Torres, que lo recordaba a Enrique de esta manera…
“Uno no
quiere pensar que ya no estará más, porque estará siempre, en cada
niño que camine descalzo sobre la tierra roja; en cada mujer que se
despierte antes de amanecer para dar de comer a los animales de la
chacra; en cada campesino que nos tienda las manos curtidas por la
tarefa; en cada joven que se rebele contra la opresión; en cada uno
de quienes lo vivimos en los pasillos de las mazmorras de la
dictadura genocida que lo torturó y lo encarceló y que le quitó a
su hermano Pedro, solo, apenas, nada más y nada menos que por
haberse atrevido ambos, como tantos miles, a enfrentarse contra el
poder que nunca abraza a los que pueden pensar, contra el poder que
nos vigila los pasos, contra el poder que siempre miente en nombre de
la verdad”.
Sonia Mello